DSM, para resumir: la
biblia de los trastornos mentales en el planeta tierra.
Un grupo de profesionales, por el año 1952, crearon un manual con la intención de
etiquetar a toda persona que tuviera un problema en la vida. Dicha
clasificación tuvo tanto éxito y fama, que como por arte de magia, los
trastornos se multiplicaron y las personas dejamos de ser personas para convertirnos
en enfermos mentales.
No es que la exageración se apodere de mí, simplemente
muestro unos datos para que cada uno sea libre de opinar y crear su propia
teoría de la evolución de nuestra salud mental:
DSM-I, 1952: 106 trastornos, 130 págs.
DSM-II, 1968: 182 trastornos, 134 págs.
DSM-III, 1980: 265 trastornos, 494 págs.
DSM-III-R, 1987: 292 trastornos, 567 págs.
DSM-IV, 1994: 297 trastornos, 886 págs.
Actualmente ya estamos en el DSM-V, la culminación literaria
psicopatológica del siglo XXI. Y aunque
solo sea por pura probabilidad, según este manual, cualquier queja que una
persona tenga en el día a día por el motivo que sea, ya puede ser considerada
de trastorno mental. El tecnicismo es
tal, que si a una persona que tenga una dificultad se le dice que padece alguno
de estos trastornos: por ejemplo, según DSM-V:
“El síndrome de riesgo
de psicosis, Trastorno mixto ansioso-depresivo, Trastorno cognitivo menor,
Trastorno disfuncional del carácter con disforia, Trastorno coercitivo parafílico,
Trastorno de hipersexualidad, Medicalización del duelo normal…”
Automáticamente a esa persona, que en principio solo tenía
una serie de quejas, ahora ya tiene un mar de preocupaciones más que no le pertenecían pero que al ser etiquetada ya si son de su propiedad.
El humor es un aliado de mi trabajo, por lo que, con el presente relato creo que se explica
bien lo que actualmente sucede en un gran número de gabinetes de psiquiatría
y/o psicología:
Un padre preocupado por su hijo de 6 años acude
a la consulta de un psicólogo:
·
Padre: mi hijo es muy activo, tiene una gran
capacidad de diálogo, está en continuo movimiento, no se concentra y en el
colegio los profesores me comentan que es demasiado travieso, por lo que me
aconsejaron que se lo trajese a usted para que me ayudara con su forma de ser.
·
Psicólogo: me parece una sabia decisión, y
considero que podemos realizar un buen trabajo con su hijo. Para empezar y con
la información que me presta de su hijo, puedo concluir que su hijo presenta un
trastorno de déficit de atención por hiperactividad.
·
Padre: no entiendo de eso pero yo no creo que mi
hijo tenga eso, lo único que hace es hablar mucho, moverse continuamente, tengo
que ser paciente con él para hacer las tareas…
·
Psicólogo: así mismo, está confirmando mi diagnóstico
y por ello tendremos que comenzar a tratar su trastorno de déficit de atención
por hiperactividad, para su correcta
educación y desarrollo.
·
Padre: con todos mis respetos, pero mi hijo no
tiene ningún trastorno. Lo único que yo quiero es saber llevar mejor a mi hijo
para que no se me escape de las manos.
·
Psicólogo: por lo que a su hijo respecta
confirmo que tienen un déficit de atención por hiperactividad y además puedo
afirmar, por lo que llevo observado en esta sesión, que usted presenta un claro
caso de trastorno de negación del déficit de atención por hiperactividad de su
hijo.
Parece ser que hay un interés por crear una sociedad enferma
y llena de etiquetas.
Una persona acude a consulta con una serie de quejas sobre
su vida, comportamientos, emociones, sentimientos….con la idea de mejorar,
cambiar, ser feliz… y nosotros (psicólogos) no tenemos el derecho de
perjudicarla introduciéndola en un mundo de problemas y trastornos, de los
cuales seguramente ya no pueda salir nunca más, como consecuencia del etiquetado.
Cada persona debe ser tratada como un miembro más del club
de las dificultades de la vida, y de una forma adecuada, no impedir que mejoren por su propio pie al
acudir a consulta.
Quizá se entienda lo dicho, o quizá no; pero todos tenemos
el derecho a ser tratados como personas y no como enfermos.
Repetitivo, pesado, filosófico… pero sigue siendo una gran
frase, forma de actuar, visión del mundo…
Hombre soy; nada humano me es ajeno.
Terencio